Las veces que compartimos una canción,
aquellas serenatas inundadas de graciosa desafinación,
las promesas en la sala dispuestas a marcharse.
Los momentos ausentes que el temporal nos ha dejado,
la luna inundando los tejados con conejos blancos.
Y cuando miraba una historia incomprendida,
encontraba horizontes sin estrellas,
y, pese a todo, te lograba dislusbrar en los espejos...

Me recordaste que no debo tener miedo a perder,
y te despediste porque ya te ibas, y yo....
Yo me kedo, aqui te espero, te miraré partir
con tu paso tan sereno y aun sonrriendo,
con tu linda cara de niño bien improvisada.
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