Déjame pensar en ti, déjame dibujarte en el espacio, en el
no-tiempo. Desnudarte en mi imaginación, besarte en el anhelo, arañarte en la
memoria.
Déjame sentir rencor por ti, recordar que no te deseo, que
tus manos se han ido, que tu perfume me lastima, que no paro de sangrar, mi piel
no quieren sentir, mi corazón no quiere latir.
Déjame el dulce velo del olvido para no extrañar tu mirada,
tu cabello, tus labios y las constelaciones de tu cuerpo y pensar que lo que
fuimos no pasó jamás.
Déjame devorar tus pensamientos, consumir tu alma,
arrebatarte el corazón, déjame con un pedazo de ti que incluya tu pulso, tu
calor o tu respiración.
Déjame estar contigo como nunca estuvimos, en otra vida, en
otro lugar, en otro tú y otra yo. Y así, no sentir que quisiera tantas cosas
contigo.
Déjame odiarte con todo mi ser, desde las arrugas de mi
corazón hasta las heridas de mi alma.
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