Iba corriendo entre casas de colores vivos con techos inclinados con
tejas, los callejones iban en zigzag con pisos de adoquín, estaba oscureciendo
y el color naranja-rojizo daba la sensación de calor. Por fin llegué a un monte
con varias escalinatas distintas que te dejaban llegar a la continuación de la
calle, al llegar arriba me encontré con varias plataformas mas altas de lo que yo era entre
cada una pero sin acceso a ellas, escalé hasta llegar arriba, en el fondo de la
última plataforma había un bulto al centro, distinguí
la forma de una niña de cuclillas, me acerqué y empecé a rodearla buscando su
cara pero por más que caminaba a su alrededor la figura continuaba de perfil. El
tiempo había pasado y todo era oscuro, mientras miraba hacia el camino que
había recorrido las construcciones se volvieron pequeñas y se desvanecían
entre la vegetación que empezó a crecer. La niña frente a mí se levantó y fue
cuando recordé que estaba huyendo de ella, di un paso atrás y caí hacia
adelante en un abismo. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir estaba en el
mismo sitio donde había empezado a correr, con mucha gente rodeándome, busqué
hacia los lados el camino para correr y en ese momento recordé que no estaba
huyendo, estaba persiguiéndome a mí misma a través de las calles al atardecer.
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